Muchas son las
oportunidades que se le presentan a diferentes universitarios recién egresados
de sus carreras profesionales y más cuando aún guardan el entusiasmo de devorar
el mundo con su conocimiento y pretender cambiarlo, pero, que utopía se
convierten estos deseos cuando te enfrentas a una realidad donde encuentras
largas filas de profesionales frente a diferentes empresas u organizaciones de
tipo privado y público con el ánimo de acceder a una oferta laboral que
prácticamente solo ofrece máximo dos puestos.
Estas entidades a su vez
juegan con el recién egresado debido a que en muchas ocasiones estos se ofrecen
a trabajar por un salario que está muy por debajo de su perfil, sin embargo lo
asumen porque quieren tener la oportunidad y adquirir experiencia; otros por el
contrario, tienen la experiencia pero no se le miden a cualquier estipendio, y
es entendible porque son profesionales que han realizado con mucho esfuerzo y
disciplina especializaciones, maestrías y doctorados con el fin de enriquecer
su perfil profesional y poder acceder a un puesto mejor con un salario
superior.
Ahora bien, si para estos
profesionales es difícil acceder al mercado laboral, ¿que podríamos pensar de
aquellos profesionales que han pasado injustamente por una prisión o en el caso
al que me voy a referir en este artículo a un “Militar que estuvo privado de su
libertad”? Para mi ejemplo digamos que nuestro militar se llama el “Teniente Ríos”,
el acaba de salir de un Centro Militar Penitenciario donde estuvo privado de su
libertad por 10 años, su condena injusta solo dejo en él deudas como una multa
de parte de la justicia colombiana de Setecientos Millones de pesos, desarraigo
familiar, y una inhabilidad para no poder asumir por 20 años a un cargo
público.
Él fue un Oficial
preparado y entrenado desde la Escuela Militar de Cadetes José María Córdova
para asumir la dirección táctica y operacional de contraguerrillas, pelotones
antiterroristas urbanos y compañías de choque del Ejercito Nacional, por eso
dentro de sus estudios es profesional en Ciencias Militares, donde este título
solo lo pueden tener aquellos que deciden seguir la carrera de las armas dentro
de la oficialidad. Él a su vez, estuvo injustamente privado de su libertad enfrentando
la guerra jurídica que ha perseguido a todos nuestros soldados, donde han
arrojado en muchos casos condenas infames, pero más aún sin tener en cuenta
pruebas, condenados con testigos falsos o en el peor de los casos con
sentencias condenatorias sin derecho a la defensa.
Éste Oficial recupera su
libertad después de diez años de cárcel pero fue una persona que no se dejó
vencer por las adversidades, es un patriota, él desde su celda (al igual que
muchos militares en su misma condición) asumió una condena injusta y en lugar
de sentarse a llorar se dedicó a prepararse académicamente, se sumergió en los
libros con el único ánimo de estudiar y mejorar su perfil para que cuando
saliera en libertad pudiera trabajar para el sustento de su familia y ser una
persona activa a la hora de aportarle a la sociedad y a la patria ya no desde
la institución castrense sino desde el ámbito civil. Sacó adelante dos carreras profesionales, estudia una especialización y sumado a este
perfil profesional realizó varios cursos técnicos con el SENA junto con un
sinnúmero de Diplomados.
Él recupera su libertad y
como es una persona proactiva empieza de inmediato a sumarse al grupo de
profesionales que buscan oportunidades laborales, encontrándose con la realidad
que ya expuse al inicio del presente capítulo, pero con una gran diferencia de
los demás, en tres oportunidades de trabajo y en tres diferentes empresas la
respuesta fue la misma: “Usted cumple el perfil, tiene una muy buena hoja de
vida y está por encima de muchos que aspiran a este puesto, pero su pasado
“criminal” no le ayuda, así mismo, usted está inhabilitado para trabajar en
cargos públicos y a pesar que ésta es una empresa privada no lo podemos tener
aquí y mucho menos contratar”. Cruel realidad para una persona que a pesar de
asumir con gallardía y decoro una condena injusta –y que lucho por todos los
medios hasta quedar en la quiebra económica por asumir su defensa junto con sus
compañeros- emitida por parte de la justicia Colombiana se le cierren las
puertas de esa manera con la estigmatización que esto conlleva, sumado a esto los miedos que generan para muchos darle trabajo a una persona que pasó por una prisión, pero ahora
sin derecho a una oportunidad.
Debido ante un panorama oscuro como este, cualquier persona en esta situación termina haciendo cosas indebidas
de forma desesperada, pero no, él tiene fé de que pronto se abrirá la puerta
que le dará la oportunidad, él tiene hijos por los que debe responder pero no
se deja confundir por el desespero. Sale en su momento una convocatoria para la
misma institución a la que trabajo por más de 13 años pero en este caso podría
aplicar como politólogo, situación por la cual prepara su hoja de vida y la
presenta en las oficinas castrenses, y como si fuera un déja vú, su hoja de vida
en este caso ni siquiera es recibida ni tenida en cuenta, el oficial encargado
de recibirlas argumenta que ya hay muchas hojas de vida para politólogos y que
no había razón de recibirla, el Teniente pide que se la reciban que no importa
que hayan muchas solo que le permitan participar de la convocatoria, a lo que
el oficial le contesta que ¡No! Y que
además la entregó tarde –falacias porque aún estaba vigente la fecha límite de plazo para la entrega de hojas de vida-, ante la insistencia del Teniente para que le recibiera su documentación el oficial
encargado al final le dice que no insista que ese puesto ya tenía nombre y que la hoja de vida de él no tenia chance por haber estado en un Centro Militar Penitenciario.
Situaciones extremas las
que deben de asumir nuestros militares en un país sin memoria, donde se habla
de paz y oportunidades para todas las partes participantes del conflicto y con
lo que nos encontramos es que la balanza siempre estuvo inclinada para el lado
incorrecto. En un país donde la justicia premia e indulta terroristas con
“oportunidades laborales y políticas”, libera violadores y absuelve asesinos
por falta de pruebas (caso colmenares), donde nunca se investigó la Farc
política, donde se premian narcotraficantes con la oportunidad de ser
congresistas, donde la corrupción solo la asumen los de abajo y los de la élite
política corrupta sigue impune, donde el carrusel de las contrataciones es un
capitulo olvidado. Pero cosa contraria es aquella justicia que es contundente,
eficiente y eficaz a la hora de perseguir y condenar militares.
De este proceso de paz
solo le hablaron a los militares de liberarlos de su prisión, a otros de
solucionar sus problemas jurídicos y para mayor descaro que otros –de forma
indirecta- asuman lo que no hicieron con tal de salir rápido, pero, ¿de ahí en
adelante qué? ¿Qué les ofrece a ellos la paz de nuestro impopular presidente?
En los centros militares penitenciarios solo les hablan de salir en libertad,
¿Pero de las oportunidades que?, si este ejemplo es el que vive nuestro
Teniente que se preparó y estudió, ¿Que pueden esperar nuestros soldados que
muchos de ellos no tienen la primaria y el bachillerato? ¿Qué Colombia es la
que va a recibir a estos hombres que entregaron los mejores años de su vida al
servicio de la patria dejando de lado hijos y familia? ¿Qué oportunidades hay
para las familias de estos hombres que asumieron el acompañamiento moral desde
su prisión? Porque aquí no podemos hablar solo del militar sino de su núcleo
familiar, si lo que se busca es la no repetición de un conflicto prolongado y
lo que queremos es evitar que este vaya a mutar bajo otro panorama ¿Qué
oportunidades hay para nuestros soldados en una sociedad con altos índices de
desempleo y con una reforma tributaria que tienen ahogados a pequeños y
medianos empresarios? ¿Cuáles son la oportunidades que se vale la tan afamada
paz que no tienen en cuenta ni siquiera a las familias de estos héroes?
Señor presidente, esto no
es solo mirar para la zurda suya sino también para el lado donde están los
hombres que vistieron con honor el uniforme de la patria, porque estos a diferencia de
esos bandidos solo han venido pidiendo en los últimos años garantías jurídicas
para una defensa digna, revisión de procesos, libertad para los que llevan más
de 5, 6 y 7 años de prisión –hombres que a diferencia de los otros ya pisaron
una cárcel y llevan muchos años en ella asumiendo de forma justa o injusta su
responsabilidad-, libertad para los mismos que llevan esa cantidad de años pero
sin solución jurídica.
Ellos a diferencia de las
FARC no están pidiendo participación política, aunque si hacemos honor a la
verdad usted debería de darles la misma oportunidad de que lo hagan para el pos
acuerdo, porque usted en muchas alocuciones afirmó airadamente y de forma
efusiva que las mismas prebendas para unos eran para los otros, así que darles
participación política para nuestros militares que enfrentaron la guerra
jurídica no sería descabellado. Además, usted lo puede hacer, como ya le dieron
grandes facultades de decisión política y tiene un congreso que aplaude y
notifica todo lo que usted diga de aquí en adelante debería de tener en cuenta
esta sugerencia. Reivindíquese!!!
Termino no sin antes
decir que sueldos de 1’800000[1] para terroristas que harán
parte de la UNP son una muestra de que las oportunidades son solo para el lado
que se mire, porque universitarios recién egresados trabajan por una suma muy
inferior a esa, otros no alcanzan esa suma a pesar de muchos años de estudios
académicos y con gran experiencia y un militar recién salido de prisión como
van las cosas no vera esa suma ni en los sueños de aquel país utópico de la paz
dibujada y prometida por nuestro nobel santificado.
Christopher Rivers.
Christopher Rivers.