martes, 2 de octubre de 2018

Líneas Verde Oliva



Ser policía en uno de los países con mayores índices de inseguridad en el mundo y con un cáncer a cuestas llamado narcotráfico no es fácil, más difícil aún, cuando este macro problema se camufla dentro de la sociedad siendo el combustible económico de las diferentes bandas delincuenciales, carteles de narcotráfico, bandas criminales y narco guerrillas. Sumado a lo anterior, ser policía en un país con una crisis social evidentemente reflejada con muchas carencias desde el desempleo, la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades para poder por lo menos vivir dignamente hace más complicado aún el panorama.

No es fácil ser policía en un país con una enorme crisis institucional de parte de todos los organismos estatales, sin políticas claras a la hora de ejercer una política exterior seria, sin capacidad de tener un libro blanco propio de seguridad y defensa –que es lo más descabellado que no exista en un país con un conflicto de más de cincuenta años- y con unos índices de corrupción tan elevados que permean todos los sectores sociales del país.

Y ante esta crisis social, para un policía es más complicado tener que soportar ese inconformismo social en las calles y pueblos encarnado con sentimientos de rabia y resentimiento de la gente del común que al pasar caminando por el lado de un uniformado lo mira con desprecio, pretendiendo creer que este ser humano y ciudadano –porque todo policía también es un ser humano y ciudadano a la vez, con los mismos deberes y derechos del ciudadano del común- encarna la  culpa de todos los males juntos del país, y éste a su vez, debe tener el temple y el aguante suficiente para poder soportar cualquier intento de agresión verbal o física. Porque si está claro que no es sino que un policía reaccione naturalmente ante una agresión y ya tiene mil cámaras de celular grabando el acto del supuesto abuso de poder y de la fuerza para después ser difundido por redes sociales y canales nacionales, donde terminará de forma indirecta subiendo el rating de RCN y Caracol en el horario “Prime Time”, y más de noticieros que se hacen llamar la red independiente; en últimas, el video llegará a manos de una ONG que buscará con afán a los supuestos agredidos para después poner a nuestro uniformado verde oliva frente a un estrado judicial.

Pero, más difícil aún ser policía en un país donde los detentores del poder usan su investidura para pasar por encima de la ley y enrostrarla cuando sea necesaria sin dejar escapar aquel cuestionamiento ofensivo: “¿usted no sabe quién soy yo?”. Porque es nuestro uniformado el que tiene que lidiar con el alcalde, el concejal o el senador -como el señor Eduardo Carlos Merlano- subidos de tono por los tragos que finalizan creyendo que su cargo los haces dueños del país y el policía su esclavo.

 Sin embargo, no son solo los políticos con los que tiene que lidiar un policía sino con los borrachos de barriada que a diferencia de los anteriores se creen los dueños de la comuna donde viven buscando pelea hasta con la sombra, pero lo más tétrico es que éstos al llegar la policía para calmar la situación terminan siendo respaldados por una caterva de borrachos que provocan una batalla campal donde de nuevo nuestros uniformados verde oliva terminan involucrados  en un supuesto abuso de poder y de fuerza, para una vez más miles de cámaras de celular iniciar el circulo vicioso ya descrito con anterioridad. 

Igualmente recibir los insultos de borrachos clase media que se incomodan cuando los paran en su vehículo y les inmovilizan el vehículo para evitar posibles accidentes o evitar que esa imprudencia de conducir con exceso de alcohol termine acabando la vida de otra persona. Pero recordemos lo que sucedió hace poco con una mujer en Bogotá que se encontraba pasada de tragos, en el video se veía y escuchaba a la fémina lanzando improperios contra los uniformados tratándolos de simples asalariados y amenazándolos de muerte después de identificar sus placas.

Estar lejos de su casa dejando de lado el seno de su hogar, cargando con sus propios problemas y con los de la sociedad en general, lleva a nuestro policía a una situación muy incómoda que cualquier otro ciudadano no estaría en condición de asumir, porque en Colombia somos muy buenos para criticar y señalar y no para asumir compromisos y responsabilidades, y estos hombros ya lo han hecho por muchos colombianos, por esta razón hace de ésta una profesión que se hace con vocación, servicio y desprendimiento personal.

Con esto no quiero indicar que en una institución tan grande como la Policía Nacional no existan policías que no estén a la altura del compromiso del país, pero prefiero construir sociedad y país haciendo hincapié desde el optimismo y las cosas positivas que quedarme en la crítica destructiva; por eso, estas líneas cortas y sencillas van escritas en honor de todos nuestros héroes que están a lo largo y ancho del país cuidando de nosotros mientras dormimos y trabajamos, aquellos héroes vestidos verde oliva que no dudan en ofrendar su vida para proteger la vida  de los demás colombianos. Honor a nuestros héroes policías que han caído por causa del servicio, así como aquellos que han sufrido heridas en sus cuerpos y han   soportado el cautiverio del secuestro; nunca será olvidado este loable sacrificio. Dale las gracias a un policía cuando lo veas y que Dios bendiga nuestra Policía Nacional.